La vivienda es un bien de primera necesidad, por lo tanto los servicios asociados de energía y agua también lo son. Tradicionalmente, no hay una cultura excesiva de mantenimiento de edificios. Hoy en día existen normas, para implantar las inspecciones técnicas de los edificios ITE, análogamente a la ITV de los vehículos, siendo su grado de cumplimiento muy escaso. Pero si hablamos de los factores relacionados con el consumo energético, las intervenciones en la envolvente térmica de las viviendas, son las que tienen mayor incidencia en su eficiencia energética, y la primera variable a resolver. Entendemos por envolvente térmica toda la superficie perimetral que delimita con el exterior.
El cambio regulatorio debido a la necesidad de reducir las emisiones de CO2, y el aumento de los precios de la energía han hecho que surjan las brechas en el parque de viviendas existente. El gasto de las facturas en un escenario de agotamiento de los combustibles fósiles ha ido en aumento, y la crisis económica que atenúa el poder adquisitivo de las personas para hacer frente a estos gastos. También influyen en la evolución de los patrones de confort higrotérmico que hacen que un edificio existente necesite ajustes y modificaciones, para adaptarse a las nuevas necesidades energéticas, siempre mayores que las prevalecientes durante el periodo en el que fueron diseñados.
Se asume que la pobreza energética se deriva del empobrecimiento de las capas sociales, como consecuencia de la disminución de los ingresos familiares y del aumento de los precios de la energía, combinado con la baja eficiencia energética de los edificios de viviendas existentes.
Para empezar, debemos tener en cuenta que el principal gasto energético en un hogar es la calefacción. Por lo tanto, el primer factor para mejorar la eficiencia energética es en la envolvente térmica del edificio. Se considera que para mantener las condiciones adecuadas de climatización para la salud, la temperatura adecuada es de 18-21 ºC en invierno, y 25 ºC en verano, según los criterios de la Organización Mundial de la Salud.
Actuaciones en la envolvente térmica (de bajo coste)
Todos los edificios construidos antes del año 1981, no tienen ningún sistema de aislamiento térmico en sus cerramientos. A partir de la norma básica sobre condiciones térmicas en los edificios en España NBE–CT-79, se toman las primeras medidas para lograr una disminución del consumo energético, resultante de la crisis energética de 1973.
Para reducir la transmitancia térmica en la envolvente del edificio, la mejor solución es la aportación de material aislante en los cerramientos de fachada, y la mejora de la carpintería en cerramientos practicables o ventanas. Estas soluciones requieren intervenciones más amplias, pero aquí incluiremos las más inmediatas y de más bajo coste. En la imagen termo-gráfica podemos ver los puntos en rojo, donde más energía pierde la fachada, que coinciden con los puentes térmicos causados por las cajas de persianas.
Aislamiento de la caja de persiana, para reducir el puente térmico más importante, existente en las fachadas de los edificios, con cajas de persianas incluidas en el muro de cerramiento. Con una placa Thermoflex basada en EPS dispuesta adecuadamente en el hueco de la caja, mejoramos en gran medida el comportamiento del puente térmico, con una reducción considerable del consumo de calefacción. Se puede complementar insuflando espuma de poliuretano, en el hueco que queda entre la plancha y la caja, según la disposición de la persiana. Podemos mejorarlo con la instalación de un pasacintas aislante, para aislar el paso de infiltraciones de aire a través de este mecanismo, procedente de la caja de persiana.
Aislamiento de vidrio de ventana. Si no tenemos un sistema climalit, siempre podemos mejorar la transmitancia del vidrio, simulando un doble acristalamiento con la disposición de una película de plástico, thermocover, aplicada para reducir el flujo de calor a través de la radiación y la convección. Unido al marco de la ventana, atrapa una bolsa de aire entre el vidrio y la película, simulando un sistema de doble acristalamiento con un espacio de aire aislante. La conductividad térmica del aire es de 0,024 W/m/K y mucho menor que la del vidrio de 0,96 W/m/K.
Aislamiento de juntas en carpintería, con ribete de espuma o caucho con diferentes secciones, dependiendo de la disposición y las holguras y las juntas, aplicado en todo el perímetro de las ventanas, evitando la entrada de aire y frío o calor dependiendo de la época del año. No se olvide de las juntas de la puerta, ni el umbral de la puerta de entrada, con la aplicación de un ajuste específico para esta función tesamoll sota-puertas
Estrategias pasivas. Un aspecto muy importante es la sensación térmica, por la percepción del calor o el frío de una persona. Debemos tener en cuenta a partes iguales la temperatura del aire y la temperatura de las superficies de radiación. Así que en una estancia a los 18 ºC podemos tener sensación de frío o calor dependiendo de si hay radiación solar directa, o si las paredes están aisladas o no. Es muy importante que la
temperatura superficial de las paredes en la sensación de confort y las estrategias pasivas en general para la eficiencia energética de un edificio. Las estrategias pasivas son la medida estrella de las acciones en la envolvente térmica.
Aquí como estrategia de bajo coste, si no tenemos las paredes de fachada en contacto con el exterior aisladas , podríamos colocar unas cortinas gruesas, para mejorar la sensación de confort. También algunas alfombras en el suelo harían la misma función. Si no tenemos de superficies calientes que irradien calor al cuerpo, deberíamos subir la temperatura del aire de 18 ºC a 21 ºC, con un aumento del gasto energético del 15-20% para lograr la misma sensación de confort.
La humedad relativa también provoca una diferencia en la sensación de confort para una misma temperatura. Con altas temperaturas, una baja humedad relativa, permite la evaporación de la sudoración, que cuando cambia de estado físico, absorbe el calor del cuerpo, causando una sensación de frescura. Por el contrario, si la humedad es muy alta, aumenta acusadamente la sensación de una mayor sensación térmica, ya sea caliente o fría. Relacionado con este punto, evitaremos aumentar la humedad, extendiendo la ropa de lavandería siempre al aire libre.
Las corrientes de aire con ventilación cruzada, son muy interesantes en la reducción de la sensación de calor. La velocidad del aire juega un papel muy importante en la percepción de la temperatura. Un aumento de 0,5 m/s corresponde a una disminución de la sensación de calor de 1 oC.
En las noches de verano podemos aprovechar la ventilación nocturna, con diferencias de temperatura de 8 ºC entre el día y la noche, podemos reducir las necesidades de refrigeración en un 30%. Los cuerpos calientes emiten radiación infrarroja, hacia los cuerpos más fríos, tendiendo a igualar las temperaturas de radiación. La ventilación diaria de las viviendas es necesaria para renovar el aire interior, pero en invierno, la ventilación excesiva puede causar pérdida de energía innecesaria. Con una ventilación de 5 minutos es más que suficiente.
Uso pasivo de la energía solar. Las ventanas son un elemento por donde capturamos el incidente de radiación solar, y muy importante para las actuaciones en la envolvente térmica. Para aprovechar esta energía del sol durante el día, debemos abrir las ventanas orientadas al sur, y tener luz solar directa, siempre que las condiciones de las corrientes de aire sean favorables para la captación de calor.
La acumulación de calor en los materiales de construcción del edificio depende de las cualidades termo-físicas de estos materiales. Si tienen más capacidad para acumular energía es porque tienen más inercia térmica. En verano, cuando las temperaturas son altas queremos evitar esta acumulación, y que la radiación solar no llegue al interior de la casa. Usamos toldos para crear sombras, o si no tenemos este elemento, cerraremos persianas. Estas soluciones son válidas siempre y cuando se coloquen en el exterior y no sean fijas.