Unas de las primeras evidencias graves del calentamiento global, es el deshielo del permafrost. Hoy en día el calentamiento global del clima en el planeta producto de la emisión de GEI (gases de efecto invernadero) está ya en 2,7ºC, según ha concluido un reciente informe del Programa para el Medio Ambiente de la ONU (UNEP) y se prevé que sea inviable mantenerlo por debajo de 3ºC, en este siglo. Justo antes de la 26ª sesión de la Conferencia de las Partes, COP26 en Glasgow. En la COP21 de París 2015 esta previsión era de 1,5ºC, y eso que sólo han pasado 7 años.
SARS-CoV-2 y el cambio climático
Los efectos del Covid-19, ha concienciado y sensibilizado sobre los peligros a los que nos enfrentamos, dado el origen zoonótico de la pandemia, como apuntan la mayoría de investigaciones científicas realizadas hasta ahora (enfermedad infecciosa transmitida de los animales no humanos a los humanos). En los últimos años lo estamos aprendiendo; sida, gripe aviar, mers o el ébola. Por ello se explora los posibles vínculos entre la propagación del SARS-CoV-2 y el cambio climático. La alteración antropogénica de los ecosistemas está conduciendo a una sustitución gradual de especies, encogiendo los ecosistemas y reduciendo la diversidad de especies, y la biodiversidad es precisamente una barrera de protección frente a los saltos zoonóticos .
El informe Stern
Pero no había que llegar hasta aquí. El informe Stern, publicado el 30 de octubre de 2006, fue encargado al economista Nicholas Stern, por el ministro de hacienda del Reino Unido, con el fin de analizar la economía del cambio climático global, concretamente las consecuencias económicas, explorando la economía de la estabilización de los GEI y los retos socio-políticos. Las posibles consecuencias del cambio climático están resumidas en el siguiente cuadro, según el incremento de temperatura y el impacto en los diferentes sistemas. Queremos destacar dos que ya se producen a partir de 1ºC de incremento de temperatura. Una primera consecuencia en el terreno, el deshielo del permafrost , Y otra en el medio ambiente, que afecta a la biodiversidad .
La arquitectura del permafrost
Nos situamos en Yakutsk, la ciudad más grande del mundo construida sobre permafrost, en la República de Sajá, perteneciente a la Federación Rusa, una colosal región siberiana, tan grande como media Europa y asentada casi por completo sobre hielo subterráneo de hasta 650.000 años de antigüedad. Sobre el permafrost, esta capa helada, viven 35 millones de personas que ven en peligro la estabilidad del suelo donde se asientan sus casas.
El subsuelo helado de las zonas más boreales y de las montañas más altas del planeta. El impacto del deshielo también es visible bajo Alaska, norte de Canadá o Escandinavia. En Yakustk se desarrolla la arquitectura del permafrost. Las fachadas están pintadas con colores brillantes que ayudan a la visibilidad en la niebla helada
Las cimentaciones de los edificios son a base de pilotes de hormigón armado, hincados a metros de profundidad de hielo, sobre los que apoyan losas de hormigón elevadas por encima de la cota del terreno, para la calefacción de las viviendas no derrita el permafrost, y proporcione ventilación en la parte inferior, con el objetivo de mantener el permafrost.
Parece que estos sistemas ya no funcionan, algunas carreteras e infraestructuras han empezado a dar señales de inestabilidad debido a la fusión del subsuelo. Varios edificios de la ciudad ya han tenido que ser derribados, porque se han vuelto inhabitables, y otros están llenos de grietas, debido a los asentamientos y deterioro de las cimentaciones, como consecuencia del deshielo.
Liberación de gas metano (CH4)
Pero si la devastación de ciudades enteras ya es suficientemente grave, cuando el permafrost empieza a fundirse, libera miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI), sobre todo gas metano, encarcelado durante milenios. Los gases emitidos por el permafrost aceleran el calentamiento global, y la propia fusión del permafrost. En algunas zonas de la tundra y taiga siberianas han aparecido emanaciones de metano que bombean el suelo cual “burbujas” bajo la hierba. El carbono que guarda el permafrost reside en la materia orgánica. Al descongelarse, esta masa vegetal se descompone y crea un barro que libera dióxido de carbono (CO₂) y metano (CH4).
Una tonelada de metano ejerce un efecto sobre el calentamiento 33 veces mayor que una de dióxido de carbono. El deshielo del permafrost es considerado como uno de los factores irreversibles más radicales para el clima, ya que, en caso de que la liberación de gases se desencadene, puede iniciarse un círculo vicioso que se retro-alimente a sí mismo y acelere la degradación. La alteración de cualquier factor medioambiental, aunque se dé en un lugar lejano, afecta al clima de todo el planeta. Este efecto consta en la última casilla del cuadro resumen del informe Stern , Para un aumento de temperatura> 5ºC. Pero debemos prever que el efecto invernadero en estas zonas, supera en aproximadamente 2ºC, la media global.
Ántrax bajo el permafrost
Además de sus efectos climáticos, a veces se nos olvidan las amenazas para la salud. Recordemos el origen zoonótico de muchas enfermedades como el Covid 19. La antigüedad del permafrost ha hecho que contenga entre su materia orgánica una amplia variedad de bacterias y virus, microorganismos que han sido conservados gracias a la baja temperatura, la falta de oxígeno y la oscuridad. Al empezar a fundirse los libera exponiendo los seres vivos a los microorganismos que han permanecido en hibernación.
Biólogos franceses han descubierto fragmentos de ARN (ácido ribonucleico) del virus de la gripe española de 1918 en cadáveres enterrados en fosas comunes en la tundra de Alaska, y afirman que probablemente los microorganismos causantes de la viruela y la peste bubónica también están enterrados .
En 2016 se desencadenó un brote de ántrax en Siberia, muriendo un niño. Los biólogos determinaron que el brote se originó por el consumo de carne de reno proveniente de una zona, donde animales infectados por la bacteria se enterraron bajo el permafrost. La ola de calor hizo aflorar la bacteria Bacillus anthracis, un microorganismo que puede vivir cientos de años y que estaba latente en el suelo helado.
Liberada la bacteria mortal, que se ha conservado en el permafrost durante más de un siglo, ha reinfectado los rebaños. Desde entonces miles de renos se vacunan cada año.
La puerta al inframundo
El Cráter de Batagaika era un pequeño barranco sin nombre ubicado en las tierras altas, más al norte a 660 km de Yakutsk, hasta que la tala de un bosque en la década de 1960 y la ausencia de sombra, provocó el calentamiento del suelo y el deshielo del permafrost justo debajo. El terreno se hundió. Comenzó a ampliarse y a devorar más y más superficie. Ahora tiene 1 kilómetro de largo, 100 metros de profundidad y se expande unos 15 metros cada año. Dentro del agujero se han encontrado restos de bisontes, mamuts y renos hace 44.000 años. Los Yakuts pobladores de la zona y uno de los grupos étnicos más grandes de Siberia, bautizaron el cráter como la puerta al inframundo, el tercero de los universos según su tradición. y en el que vive el diablo.
Profecía autocumplida
Como vemos se van cumpliendo las consecuencias previstas en el informe Stern, punto por punto. Por otra parte anticipadas por la ciencia en 1974 por otro informe, el informe Charney, y reivindicadas por el ecologismo. Primeras valoraciones climáticas y económicas, hipotéticas predicciones que se han demostrado ciertas, que con el paso del tiempo, y vistas las derivadas actuales en la salud y en la biodiversidad, con la pandemia Covidi-19 de fondo, se convierte en una verdadera espada de Damocles, En este caso, haríamos bien siguiendo las profecías de la tradición Yakut.