La edificación jugará un papel cada vez más importante en el nuevo modelo energético basado en el empoderamiento del ciudadano, pasando de elemento pasivo, generador de ahorro energético y agente activo productor. Será en el edificio donde se integrará la producción de energía distribuida con energías renovables, donde se podrá hacer efectivo el autoconsumo. Un cambio de modelo desde el oligopolio de los combustibles fósiles, a la eficiencia energética en red descentralizada, con energía renovable disponible en cualquier punto del planeta.
La generación de la nueva habitabilidad en un entorno de reducción de emisiones depende de la continua evolución de la edificación desde la actual situación de emisor de GEI pasando a un sector “cero emisiones” y en la última instancia un sector imbornal de GEI. Es decir la mejor manera de construir, se no construyendo
Las Directivas Europeas de Eficiencia Energética (2012/27 / EU) y de Eficiencia Energética en Edificios (2010/31 / EU) establecen que todos los edificios objeto de transacciones inmobiliarias deben obtener un certificado de eficiencia energética, y promocionar que los edificios de nueva construcción sean de consumo de energía casi cero. La edificación es el sector con mayor potencial de mejora energética. En Cataluña el 60% de nuestro parque de viviendas se anterior a 1980, el inicio del marco normativo obligatorio del aislamiento térmico. Únicamente un 5% de nuestros edificios y viviendas certificados energéticamente pertenecen a las tres mejores categorías. El potencial mitigador global del sector de la edificación es de los más altos con un margen de 5,30 a 6,70 Gt CO2-eq / año.
Aunque esto sólo sea un primer paso para el nuevo modelo energético, ni propietarios ni usuarios dan mucha importancia aún a la calificación energética, aunque afecta, y mucho a sus bolsillos. Para los propietarios se traduce en un mayor valor del activo, y para los usuarios, una mejora en el ahorro de las facturas energéticas, y del bienestar del hogar, hacen que se pueda rendibililitzar en dinero y salud. Hoy en día todavía existe un desconocimiento sobre la información que proporciona el certificado energético y para que sirve. Pocos son los inquilinos que piden para la calificación al arrendar. Su gran preocupación es la renta.
El gasto energético en una vivienda con etiqueta G cuesta 2.500 € / año, abastecer una vivienda A supone 200 € / año. En el caso de un inmueble E, calificación no muy difícil de alcanzar, serían 1.200 € / año. Es muy importante que las administraciones emprendan políticas de concienciación, informando de la importancia del ahorro energético.